Un espacio para la re-flexión y re-construccion del rol masculino.

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domingo, 27 de enero de 2008

Masculinidad, sexualidad, poder y violencia:


Masculinidad, sexualidad, poder y violencia:
análisis de significados en adolescentes
Martha Villaseñor-Farías, Dra en CSc,(1)
Jorge D Castañeda-Torres, M en CSP.(2)

Resumen
Objetivo. Analizar, en relación con esquemas de masculinidad
y poder, significados que en torno a violencia sexual
tienen adolescentes escolares de la zona metropolitana de
Guadalajara, México. Material y métodos. Estudio cualitativo
hecho en la Zona Metropolitana de Guadalajara, Jalisco,
México, entre 1998 y 2000 con 155 informantes alumnos/
as de secundaria y preparatoria; indagación: entrevistas
grupofocales (12 grupos), dos sesiones de dos horas; instrumentos:
guías, entrevista y observación; registro: notas y
audiograbación; análisis: transcripción, categorización, codificación,
construcción matricial e interpretación. Resultados.
Conceptualización simbólica explicativa: constructivista
vs naturalista, postura moral heterónoma y de intercambio
inicipiente hacia respeto y derechos humanos. Asociada más
con violación. Ellas, víctimas reales y potenciales, ellos violentos
por naturaleza o provocación, victimas sólo si: niños,
poco hombres u homosexuales. Se analizan motivos, poder,
negativa femenina, denuncia, consecuencias, manejo y prevención.
Conclusiones. Violencia sexual simbolizada dentro
de controversia explicativa y moral. Valores ideológicos
de masculinidad legitiman, legal y judicialmente, algo impune.
Importante considerar significación social y participación
adolescente en investigaciones e intervenciones.

L a sexualidad ha sido abordada y explicada desde
diferentes ámbitos disciplinares: biología, psicología,
sociología, entre otros. Su conceptualización no
es unívoca, designa en términos generales ciertos comportamientos,
prácticas y hábitos que involucran el
cuerpo, pero también designa relaciones sociales, ideas,
moralidades, discursos y significados socialmente
construidos; su estudio se inicia, al menos para México,
muy recientemente y poco se ha dado cuenta de
los significados en torno a la sexualidad y su construcción
cultural en relación con lo masculino y lo femenino
dentro de relaciones de poder inequitativas y
su vínculo con eventos como la violencia.1-4
En una investigación previa con adolescentes
contextualmente similares a los de este estudio se
encontró que no existe una definición clara de sexualidad,
y que no hay consenso cultural en los elementos
retomados para su conceptualización; éstos
giraron principalmente (según peso cultural) en torno
a cuestiones psicoafectivas, inseguridad y cuidado y
prácticas sexuales, donde, aunque con poca frecuencia,
la violencia aparece como elemento conceptual,
asociada con la noción de dolor y un ejercicio de dominación
mediante la fuerza para conseguir la virginidad
o la relación sexual.1
Hablar de violencia como la expresión física, escrita,
verbal o gestual agresiva de un individuo, grupo
o institución,5 nos remite a un campo controvertido de
discusión teórica en donde hay diferentes corrientes
para explicarla: biologicista, sociobiológica y social.6
Para nosotros la violencia sexual (VS) no es un aspecto
fundamentalmente biológico, sino cultural.7 Partimos,
como principio ontológico, del supuesto de que sólo
puede, cabalmente, ser explicada a partir de la corriente
social.6,8
La VS es manifestación del desequilibrio de poder
en función de raza, etnia, clase social, género, edad,
religión, orientación sexual, escolaridad, etcétera.8,9 En
las relaciones hombre-mujer se explica a partir de
identidad genérica en un entorno patriarcal asimétrico
y violento.9-12
El poder ha sido abordado multidisciplinariamente
como un constructo multidimensional con diferentes
sentidos al ser ejercido y abordado; en este
proyecto lo entendemos desde un marco ideológico
como un elemento de la estructura y la organización
social vivido en la cotidianidad (para Foucault, micropoder
para diferenciarlo del poder del Estado); como
capacidad y modo de dirigir las acciones de los otros,
modo de acción y relación de individuos, parejas o
colectivos; y como una condición que no se posee, sino
que se ejerce en íntima relación con las nociones de
dominio, enajenación y exclusión.13-16
La masculinidad como categoría social está constituida
por presupuestos socioculturales sobre ideales
y estereotipos de género y de relacionamiento intergenérico
que contribuyen a la construcción del imaginario
subjetivo, la representación social, la manera de
ser y la manera de relacionarse de hombres y de mujeres;
la ideología hegemónica de la masculinidad es
una visión construida por los hombres, mediante el
curso de la historia, que plantea como supuestos fundamentales
para sí, la heterosexualidad, la racionalidad
y el privilegio de poder infligir violencia.17-20 El
poder ligado a la hegemonía dominante de la masculinidad
se expresa en el monologismo que otorga la universalidad
y la verdad a un discurso social el cual busca
imponerse.21
La VS en Guadalajara es un problema de salud
pública por su magnitud y trascendencia internacional,
nacional e incluso local,22-25 y uno de los grupos
de edad más afectados es el de los y las adolescentes
(10 a 19 años de edad).26 En este periodo de transición
a la adultez, un proceso de desarrollo importante es el
de la construcción de la identidad; en él la VS es retomada
y significada según la posición social y de género
y las experiencias vividas,27 entre ellas la escolar;28
en México 50% de la población adolescente asiste a
la escuela,26 la cual se ha descrito como un espacio productor
y reproductor de la violencia, pero también
como posibilitador de cambios hacia la prevención.5,28,29
La VS poco se reconoce como problema de salud
pública y poco ha sido retomada como objeto de investigación,
pese a las evidencias sobre su existencia,
la denuncia de ciertos grupos civiles, 5 las implicaciones
de gran trascendencia personal, familiar y social y los
altos costos de prevención, control y manejo.28,30
Las investigaciones realizadas sobre la violencia
son de origen multidisciplinario, han documentado los
factores de riesgo individuales y culturales y han dado
algunas pistas sobre la prevención así como sobre los
costos en salud pública, pero la mayor parte de estos
estudios han abordado el fenómeno dicotomizando a
víctimas y victimarios,31 partiendo del acto violento
catalogado como delito5 y priorizando cuestiones estadísticas,
32 lo que es limitativo ya que la violencia va
mas allá del delito o del acto violento y es más que
una cifra.
Consideramos que se debe ir a las ideas y significaciones,
a los principios filosóficos, políticos y religiosos
sobre los cuales la violencia es entendida y
explicada y, en muchas ocasiones, legitimizada en su
ARTÍCULO ORIGINAL
S46 salud pública de méxico / vol.45, suplemento 1 de 2003
Villaseñor-Farías M, Castañeda-Torres JD
génesis y en su inevitablilidad o evitabilidad,33 para
poder prevenirla.22,29 Ya que el problema de la violencia
debe ser no sólo controlado o disuelto, sino resuelto,
lo que exige el conocimiento de sus orígenes, formas
y relaciones, mediante estudios científicos que posibiliten
el entendimiento e incentiven el deseo de
cambio y las acciones de transformación.7
Si asumimos que la VS, como las ideas y vivencias
sobre ella se mueven en un plano subjetivo no conciente,
en lo individual o en lo colectivo,7 entonces
deberemos abordarla desde una perspectiva metodológica
coherente con la teoría social y con la
búsqueda de acercamiento y comprensión de la subjetividad
de los individuos que viven la realidad, para
entender cómo los planteamientos teórico-ideológicos
son socialmente operados, como Beenno de Keijzer
señala: “es necesario ir de la teoría a la realidad para
comprender la forma en la que el patriarcado se materializa”.
34
Tal vez, uno de los pocos estudios que abordan el
tema socio-cualitativamente y en adolescentes, sea
el de Barker, Loewenstein y Ribeiro sobre actitudes relacionadas
con masculinidad, paternidad y violencia
hacia las mujeres en estratos pobres en Brasil, el cual
retomamos como referente por sus aportes desde otro
contexto en cuanto a violencia en general. Este estudio
aunado al resto de la información revisada, nos
permitió darnos cuenta de los vacíos de información
existentes en torno a los significados de la VS, más que
como actitudes o actos hacia mujeres u hombres, como
marco ideológico que la posibilita.35
Partimos de entender que la subjetividad es una
noción que remite a la esfera individual de significación
donde se articulan lo objetivo y lo subjetivo como
planos de la realidad, y que los procesos de significación
individual son en sí, procesos sociales, ya que
son producto de una construcción colectiva que establece
un universo simbólico de signos. El signo es un
elemento de representación de la realidad, integrado
indisolublemente por el significante (código de expresión)
y el significado (imagen simbólica, referente
ontológico y elemento pragmático). El marco de referencia
de la significación es el contexto intratextual:
semántico (signos con signos), situacional (signos y
emisores, signos y ámbito de lo que se habla); y extratextual
(entorno interlocutivo micro y macrosocial).
36-40 Las aproximaciones semióticas por lo general,
y así lo hacemos en este estudio, retoman principalmente
el contexto intratextual y algunos referentes
extratextuales micro.
En el análisis de textos de tipo semiótico existe,
según los niveles de sentido (intencionalidad denotativa
o connotativa que se le da a los signos por los
interlocutores y el contexto), un significado léxico (referente
a la semiosis lingüística y a la estructura sintáctica)
y un significado indicial (significaciones en
referencia situacional y experiencia, es decir, referentes
al escenario discursivo).41 Consideramos que la masculinidad
como noción ideológica hegemónica busca
el ejercicio del poder esencialmente en el terreno simbólico,
asumiendo como señala Bajtin42 que las luchas
simbólicas son siempre luchas por imponer marcos
de interpretación, es decir de significación, por lo
que la abordamos principalmente desde su dimensión
indicial.
Por ello el propósito de este estudio fue analizar
cualitativamente, en relación con esquemas de masculinidad
y poder, los significados que, en torno a violencia
sexual, tienen adolescentes escolares de la zona
metropolitana de Guadalajara (ZMG).
Material y métodos
Estudio cualitativo, por tener como finalidad la interpretación
de la subjetividad y el conocimiento del
significado desde la perspectiva de los actores.43,44 Contexto:
la ZMG en Jalisco, que abarca los municipios de
Guadalajara (segunda ciudad en extensión, número
de habitantes y situación socioeconómica de México),
Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá. Desarrollo del
proyecto, de planeación hasta análisis y divulgación,
de 1998 a 2000. Muestra: 155 adolescentes (12 a 19
años de edad), seleccionados propositivamente,
alumnas/os de tres escuelas secundarias y tres preparatorias,
privadas y públicas, seleccionadas aleatoriamente
del total de escuelas de la ZMG.
Técnica de indagación. Entrevista grupo-focal,45,46 empleando
inicialmente una narración incompleta, partiendo
de supuestos psicoproyectivos. Procedimiento.
a) Pilotaje en tres grupos (no considerados en número
final de grupos o informantes, ni en análisis), para probar
capacidad evocadora de narración incompleta;
afinar protocolo de entrevista, guías de entrevista y observación
y completar proceso de capacitación e integración
del equipo entrevistador. b) Conformación de
12 grupos (seis de hombres, seis de mujeres), de 10 a
16 integrantes. c) Entrevista en dos sesiones de dos
horas: presentación, dinámica rompehielo, narración,
entrevista (audiograbada), observación simultánea y
cierre. d) Facilitadores: dos investigadores (entrevistadores)
y dos asistentes técnicos (observadores), en cada
entrevista, hombre y mujer como facilitadores, entrevistador/
a del mismo sexo que los informantes.
Análisis. Cualitativo, apoyado en varios marcos disciplinares
y diversas estrategias analíticas, en consosalud
pública de méxico / vol.45, suplemento 1 de 2003 S47
Masculinidad, sexualidad, poder y violencia ARTÍCULO ORIGINAL
nancia con las ideas actuales sobre integralidad y multidisciplinaridad;
39,41,47 ejes epistemológicos: marco teórico
de carácter crítico, búsqueda de generación teórica
consecuente, búsqueda de una explicación interpretativa
desde una postura teórico crítica de género y sociocultural
constructivista, y a partir de lineamientos
metodológicos de análisis de significados desde un
enfoque de tipo semiótico con orientación social, es
decir, centrado en el estudio del discurso producido
en el seno de grupos sociales y, desde una perspectiva
semántica, centrado en las narrativas.12,27,41,43,48-52
Procedimiento, con base en las recomendaciones teóricas
establecidas para los diversos tipos de análisis
semiótico e incluso en forma más específica para
cuando se ha empleado la técnica de grupos
focales:38,41,46,50,53 1. Trascripción de entrevistas audiograbadas.
2. Relectura para reconocer estructura textual y
contexto semántico, y primer nivel de análisis
impresionista. 3. Categorización (conceptos generales
mediante los cuales se agrupa y clasifica un cierto
número de unidades de sentido) analítica de acuerdo
con a) conceptos teóricos; b) categorías de indagación,
y c) temáticas en los textos. 4. Segmentación y codificación
(extracción de fragmentos: párrafos, oraciones,
frases o palabras, estimados como significativos que
constituyen las unidades de sentido o unidades de análisis
a las que se les asignan claves de registro y clasificación).
5. Construcción matricial (representación
sintética y esquemática de categorías) y elaboración de
memos interpretativos. 6. Descripción y análisis, incluyendo
señalamientos hipotéticos comprensivo-explicativos
e implicativos.
Aspectos éticos. Proyecto sin riesgo, consentimiento informado
de autoridades escolares y adolescentes;
participación voluntaria de informantes; respeto al
anonimato individual y escolar. Se previó el manejo
de emergencias in situ o la posibilidad de derivación,
situaciones que no se presentaron.
Límites. Al ser un estudio cualitativo se tiene como delimitación
el no pretender generalización estadística;
los resultados dan cuenta de un contexto específico,
sin embargo, los hallazgos pueden ser extrapolables a
contextos socioculturales similares.43,47,50 La técnica de
grupos focales es útil para conocer la construcción simbólica
colectiva y la representación normativa de un
fenómeno social, mas poco aporta sobre el nivel profundo
de significación y actuación individual,45 donde
podrían aparecer similitudes o diferencias con lo
ahora expuesto. Los textos de los/as adolescentes tienen,
como cualquier discurso, un carácter polisémico,
es decir, múltiples significados, y por lo tanto distintas
posibilidades de lectura e interpretación, y la que aquí
ofrecemos es una de las posibles.
Resultados
Violencia sexual: concepto, límites y
formas
La violencia fue significada controversialmente, como
“algo inesperado” o como “algo cotidiano”, esto último,
porque “de tanto ver hechos de violencia la gente
se está acostumbrando”. También se refirieron a la no
conciencia sobre el problema: “muchas veces ya se hace
automático, se hace sin pensarlo, no sé qué tanto sé
dará cuenta una persona que está siendo violenta, o
de que está siendo obligada o forzada a hacer algo que
no quiere”. Aclarando que es más fácil para la persona
que está siendo violentada percibir la violencia que
quien la ejerce: “es que lo siente más el que es forzado,
por eso lo nota más”.
La VS ocupó simbólicamente un espacio valoral
ambiguo entre el bien y el mal y con límites poco claros
de permisividad. Para algunos fue claro que la violencia
es un delito: “forzar a la persona es un delito contra
la ley; hay un artículo contra la prepotencia, que no
permite atentar contra la seguridad”. Hubo polémica
y dificultades delimitatorias sobre hasta dónde, en
determinadas circunstancias, la VS no sólo es justificable,
sino deseable, o si en realidad nunca debería de
darse: “sí, para que los pinches violadores sientan lo
mismo”, “sí se puede, sí es tu esposa y la mantienes”,
“cuando están casados eso no es violencia”, “sí, sí es
un maricón”, “sí es una prostituta, sí”, “se puede, pero
no se vale”, “todas las personas merecen respeto”.
El término VS fue para los y las adolescentes entrevistados
un concepto complejo que se asoció, en
primer plano, con el acto de la violación: “es violar, es
tener relaciones sexuales”, “forzando a alguien a tener
sexo”. Mencionando, para el caso de lesbianas, la violación
utilizando objetos: “se ponen un palo y así”. Para
referirse a la violación se utilizaron términos como:
“clavar”, “chingársela”, “abusar”, “tomarla” y “agarrársela
entre varios” (para violación multitudinaria).
En planos más profundos de indagación, sobre
todo en las mujeres, la VS también se asoció con otras
formas de violencia: tocamiento: “cuando... Un señor a
una chava se le arrepegaba”, “agasajar”, “darle un agarrón”,
“manosear”, “si te dan un beso y tú no lo querías
ya es violencia”; insistencia para tener relaciones sexuales:
“insistir, acosar”; violencia física: “maltratar”,
“golpean mucho a su mujer”, “jalonear”, “torturar”;
violencia verbal: “violarla sin tocarla diciéndole majaderías”,
“decirle cosas que le dan vergüenza”, “echarle
malas palabras”, “hablando brusco”, insultando”;
privación de la libertad: “que las tengan encerradas”;
irrupción visual de la intimidad: “que la vean a una
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S48 salud pública de méxico / vol.45, suplemento 1 de 2003
Villaseñor-Farías M, Castañeda-Torres JD
desnuda”; desprestigio moral: “cuando hablan cosas
malas de ti”.
En este mismo plano de indagación sólo los hombres
refirieron formas de VS efectuadas en su contra
por otros hombres: presionar o forzar para establecer
un noviazgo o tener relaciones sexuales, circunstancia
perpetrada por los padres: “decirle cada rato –qué pasa,
¿no tienes novia?–”, “ exigirle, si no tienes novia te vas
a ir de la casa ... Nomás falta que nos salgas con que te
gusta un hombre”, “aunque él no quiera ir, su papá lo
lleva con una prostituta”. Juegos violentos, perpetrada
por los pares: “agarrones fuertes en los testículos y
quedas estéril”.
Y en planos más reflexivos de exploración, ellos
también reconocieron como VS algunos actos realizados
por mujeres en su contra: infidelidad: “podría ser...
Si te engaña”; ser atrapado: “usar ropa sexy les da a
ellas poder: te atrapan”; provocación y luego denuncia:
“por sexys y coquetas les llegas, luego se hacen las
víctimas, y no, también ellos pueden ser las víctimas”.
Víctimas y victimarios
Se percibe claramente que la VS ocurre con mucha
mayor frecuencia contra las mujeres en general, pero,
sobre todo, contra las jóvenes, después, a las trabajadoras
sexuales y en menor medida contra los homosexuales,
las niñas y los niños: “a las mujeres, porque
son más débiles”, “más a mujeres entre 18 y 30 años,
que es cuando están más buenas y maduritas”.
Consideraron que ocurre en mayor medida entre
desconocidos, pero también se dijo que “es frecuente
entre familiares”, mencionándose padre, tío, primo,
hermano, esposo y madre. La violación sexual
incestuosa del padre a la hija o del hermano a la
hermana se visualizó como probable en circunstancias
de alcoholismo o drogadicción: “en sus cabales no
pasaría” y de la madre al hijo, cuando éste es
homosexual: “para hacerlo hombre”.
Los adolescentes no se asumen como sujetos violentos
ni mucho menos como victimarios; ellas sí los
perciben a ellos como sujetos violentos, ligan el hecho
a su naturaleza masculina y a la forma en que son
educados: “así son por naturaleza”, “desde chicos se
les mal educa”. Ellos consideran que son otros hombres
quienes “violan” y “maltratan de más”; ellas
aceptan que otros hombres son más violentos.
A estos hombres violentos, se les calificó de “enfermos
mentales”, “inmaduros” “traumados”, “... Los
que siempre piensan en eso...” “Los que nadie pela”,
“depravados”. Se planteó, sin embargo, que es difícil
detectar, por la apariencia, quiénes son los individuos
que incurren en actos de VS: “no se nota quién es, hay
unos muy seriecitos y a la hora de la hora son bien
desmadrosos”.
La VS de parte de las mujeres a los hombres, entendida
como violación, se vio como poco probable.
Según ellas y ellos sólo los individuos que son poco
hombres pueden ser víctimas de la VS de las mujeres,
ya que los hombres, por definición, siempre deberían
estar dispuestos a tener sexo: “ni modo que uno no
quiera, ni que no fuera hombre”. Para algunas mujeres
sí existe la posibilidad de que los hombres no siempre
estén dispuestos a tener relaciones afectivas o sexuales
y puedan llegar a ser víctimas de violencia sexual femenina:
“creo que a veces ellos pueden no querer, y si
ella lo forza es violencia”.
Para ellos y ellas, hubo total acuerdo en cuanto a
que las mujeres siempre y en todo lugar están en permanente
y gran riesgo de ser victimadas sexualmente:
“siempre te tienes que andar cuidando”, “ahora ya, ya
en cualquier ratito, se las pueden agarrar ahí en donde
sea”.
Origen, motivos personales y
circunstancias facilitadoras
La violencia se origina, según sus narraciones, por
múltiples factores como invisibilización e influencia
social: “si tienes influencia de los otros, se hacen las
cosas sin meditar, se le ve como algo que tiene que
pasar”; machismo: “siendo hombre, sería para sentirse
más hombre, decir –yo soy el más macho-”; poligamia:
“que andan con una y otra y otra”; falta de educación
moral: “los papás, no les inculcan [a ellos] nada, no
tienen educación”; cultura de inequidad de género:
“hay muchos lugares en México que la tradición es que
se piense, mi hijo es hombre y puede tener relaciones
con quien quiera, donde quiera y como quiera”; patrones
familiares de violencia: “los padres muy machistas
influyen en sus hijos, éstos tratan de imitar
esta imagen machista y violenta”; falta de información
sexual: “la falta de información sexual origina más curiosidad,
muchos lo hacen por esto”; falta de información
sobre violencia sexual: “no se sabe, bien a bien,
qué es, cómo prevenirla, cómo denunciarla, no se sabe
nada”.
La violencia, según los y las adolescentes, no necesariamente
requiere de razón personal clara, simplemente
“nomás pasa”. Refirieron como motivos o
circunstancias facilitadoras aspectos que tienen que
ver con la persona agresora y la víctima, con el tipo de
relación interpersonal y con el contexto.
Como motivos relacionados con la persona agresora
refirieron: “si estás nervioso o enojado lo haces, y
también para vengarte”, “para quedar bien...”, “... Que
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Masculinidad, sexualidad, poder y violencia ARTÍCULO ORIGINAL
digan sí pudo”, “... Por ganas”, “... Llamar la atención...”,
“... Ver lo que se siente”, “... Uno llega borracho
y quiere agarrar a la fuerza”, “a veces las cosas
pasan, pero no se había pensado en hacer un daño”,
“... por placer o diversión”.
En cuanto a la persona que es víctima, hubo
polémica tanto de hombres como de mujeres al considerar
si el riesgo para sufrir violencia sexual era o no
provocado por las mismas víctimas. Las razones percibidas
y expresadas por ellos y ellas como circunstancias
femeninas propiciadoras fueron ser llamativa (muy
bonita o vestir provocativamente); el comportamiento
(“coquetear”, “hacer ojitos”, “decir cosas: me gustas,
estás muy guapo”); andar sola en la calle, sobre todo
de noche; ejercer la prostitución; no saber decir que no
y no marcar el alto. Se describió como vestimenta femenina
provocativa: “blusa transparente”, “pantalones
muy apretados”, “falditas que no tapen”, ”blusitas escotadas”,
“lickra” y “short”.
Para que los hombres fueran víctimas de violencia
las circunstancias propiciadoras más importantes
fueron homosexualidad y ser poco hombre: “eso pasa
sólo que uno sea puto y otro no”, “dicen que a algunos
hombres les pega su mujer, qué poco hombres...”
En cuanto al tipo de relación interpersonal se consideró
que entre iguales no se puede dar la violencia:
“no se da si los dos son adultos y tienen la misma fuerza”.
Sí, entre cliente y trabajadora sexual: “si pagas
puedes hacer lo que quieras, con dinero habla el perro,
puedes hasta matarla, cortársela, hacer lo que te dé la
gana”. Sí, entre maestro y alumna y entre patrón y
trabajadora: “o se deja o la reprueba, o se deja o la
corre”.
Sobre el contexto se mencionaron como circunstancias
facilitadoras: “la calle”, “de noche”, “si están
solos él se aprovecha”, “cuando está oscuro”, “puede
pasar en todos lados, en la escuela, en el trabajo, en la
casa”.
El poder y las estrategias de la violencia
sexual
Para los y las adolescentes el poder está concebido
dentro de una situación de relación interpersonal no
equitativa: “tener poder es tener lo que quieres, por
las buenas o por la fuerza”. El poder permite tener y
poseer, permite a la vez ser poderoso. Las principales
condiciones de empoderamiento masculino referidas
fueron la fuerza física y el dinero: “un adolescente
o un niño no pueden con uno más grande porque tienen
menos fuerza”, “ellos pueden ser violentos porque son
bruscos, salvajes, fuertes”, “yo creo que también el dinero
da poder, porque tienes para pagar, para conquistar,
para mandar, y si haces algo mal y te agarra la
policía, tienes dinero, pagas y te sueltan”.
El poder ligado a la violencia se visualiza como
característica masculina: “ellos son así” y masculinizadora:
“para sentirse muy macho”, “para hacerlo
hombre”. El ejercicio de la violencia es posible porque
se tiene esta forma social de poder en la que la masculinidad
se liga a la fuerza, al dinero y a la autoridad.
La violencia, además, se constituye como una estrategia
de mayor empoderamiento.
Las estrategias o recursos mencionados como utilizables
para lograr perpetrar sobre una persona algo
en contra de su voluntad fueron, por un lado, de
tipo abiertamente violento, la violencia física ejercida
o como amenaza; y por otro, de tipo más encubierto
como la invalidación de la razón, la imposición, el convencimiento
y la generación o aprovechamiento del
impulso sexual.
Las estrategias abiertamente violentas referidas
fueron la fuerza y la violencia física: “golpear”, “sujetar”,
“amarrarla”, “te pueden obligar a putazos”, “las
castigan, les dan de palazos, no las dejan salir”;
las amenazas: “decirle -si no lo haces, o si me acusas,
te voy a matar-”, “si no te dejas, me voy contra tu hija”
y aprovechar la situación de discapacidad física:
“puede darse la violencia sexual de una persona sana
a una con parálisis”.
Las estrategias mencionadas con las que se buscaba
invalidar la razón o aprovechar la invalidez ya
existente fueron narcotizar o embriagar: “drogarla”,
“emborracharla” y aprovechar discapacidad mental:
“abusar de alguien que no está bien de la razón”.
En cuanto a la imposición, en función de roles de
autoridad y obediencia y de condiciones de dependencia
económica o afectiva, se señalaron como estrategias:
aprovechar relación de confianza o afectiva:
“abusar de la amistad o de los lazos familiares”, “hacer
sentir a una chava que tiene el compromiso...”, “si
me quieres, dame la prueba de amor”; aprovechar el
status de autoridad familiar, laboral o escolar: “pasa
cuando ella le hace mucho caso al que le ordena, si es
por ejemplo el padre “si no la corro”, “si te dejas te
subo la calificación” y la dependencia económica:
“manteniendo a alguien, tú puedes obligar a que haga
lo que tú quieres”.
Convencer es una estrategia no siempre visualizada
de primera intención como violencia, aun cuando
implicara lograr que una persona realizara un acto,
o permitiera su realización contra su voluntad. Las estrategias
para lograrlo fueron chantajear: “él sabe que
la otra persona hizo algo indebido y le dice –si no
quieres te acuso-”; amabilidad: “amables pues, sin utilizar
la violencia”; alagar: “diciéndole que es muy boARTÍCULO
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nita”; aprovechar la belleza y atractivo personal: “es
más fácil que ella caiga, si el chavo está guapo, bien
bello”; promesas/engaño: “... Le dice a la prostituta
que lo hagan y después, no pos’ fíjate que no traigo
dinero”, “le pides la prueba de amor y luego ya no te
casas” y seducción o conquista: “simplemente la seduces
o la convences y ya cae”.
Las estrategias de tipo sexual planteadas fueron
aprovechar el impulso sexual de los menores: “ella [trabajadora
doméstica] abusa del niño, porque al niño
también se le antoja y dice que sí” y la excitación sexual:
“si excitas a alguien, puedes forzarla a hacer lo
que quieras”.
Decir e interpretar el no
Los hombres expresaron que consideraban como un
factor propiciatorio de violencia el hecho de que las
mujeres no dijeran “no”, ni marcaran el alto. Este aspecto
de la negativa femenina resultó ser un punto
controvertido entre hombres y mujeres y lleno de contradicciones
para los hombres.
Varios adolescentes argumentaron que ellas
pueden decir que no, sin que esto reflejara el verdadero
deseo: “te dicen que no, pero están queriendo”,
con lo que ellas estuvieron parcialmente de acuerdo:
“es cierto, a veces”, “es que si dices luego luego que sí,
qué va a pensar”.
Los adolescentes plantearon como razón para que
las mujeres no dijeran “no”, que estuviera“desmayada
o inconsciente”, o, en la mayoría de las veces, porque
acepta implícitamente, por razones de agrado, deseo,
o la espera de algún tipo de ganancia: “se deja porque
quiere”, “si no quisiera, te diría no, y punto”, “ se
aguanta, por ejemplo del novio, porque piensa obtener
algo: casarse, que la mantenga o que le dé casa”.
Ellas, por el contrario, expusieron una larga lista
de circunstancias por las que las mujeres no manifiestan
verbal actitudinalmente un “no”, aun cuando la
situación no fuera deseada ni les agradara: “no te niegas
porque te sientes amenazada, tienes miedo”, “lo
quiere, no desea la relación sexual, pero teme perderlo”,
“no sabe cómo decirle que no”, “no sabe que puede
negarse”, “inseguridad...” “No sabía lo que podía
pasar”, “por sentirse comprometida...” “Aguanta por
los hijos...”, “se aguanta porque su mamá así se lo ha
enseñado”, “¿para qué?, si un hombre quiere con una
mujer a huevo [a fuerzas], diga lo que diga ella, de todos
modos se la agarra”.
Ellos plantean, de primera intención, que las mujeres
deberían decir que no, y que si no lo hacen “ellas
mismas se lo están buscando”, sin embargo, al profundizar
en la entrevista expresaron una serie de argumentos
contradictorios sobre cómo interpretar la
negación femenina y sobre la necesidad de tomarla o
no en cuenta: “se sabría si quiere o no con la pura vista”,
“si te dice que no hay que respetar”, “depende
cómo te diga el no”, “si nomás te dice no, pues no hay
que hacerle caso, en cambio, si te dice –no, no me beses
porque no quiero– entonces, ya te la piensas”, “no hay
que hacerles caso cuando ellas dicen no”, “si tú quieres
y ella dice que no, pues ahora de berrinche, de capricho,
a la fuerza”, “muchos piensan, tal vez... No quiere,
pero importo más yo, importa desahogar mis necesidades...,
a ella la convenzo y hago lo que yo quiero y
ya, si ella no está conforme, pues ni modo”.
Algunos afirmaron que también existía la posibilidad
de que aun cuando en ese momento ellas no lo
desearan, esto pudiera ser modificado por la capacidad
sexual de ellos: “no quería, pero se sintió tan bien, sintió
bien bonito, le gustó pues, y tal vez ella luego quiso
hasta más”, “a ellas, después, hasta les da gusto de que
las violaran”.
Hubo polémica sobre quién debería ceder y demostrar
con ello amor: “si te quiere, aun cuando no
quiera, ella acepta”, “si de veras te quiere, y le dices
que no, él te va a respetar, si nomás te quiere para pasar
el rato, va a insistir”.
La no negación rotunda cuando se trata de hombre-
hombre, mujer-mujer, se interpretó como muestra
de homosexualidad, lesbianismo o debilidad: “sólo si
es puñal se deja, si no le diría al otro –quítate puto-”,
“una mujer no se dejaría de otra si es lesbiana, o si la
otra es machorra y muy fuerte”.
Posibilidades de denuncia
Para algunos denunciar la VS es una manera de control
y prevención: “creo que sería necesario denunciar
las cosas para que no siguieran pasando”. Para otros y
otras poner o no la denuncia sólo debe hacerse en ciertos
tipos de violencia, cuando es reiterativa y cuando
se tienen datos del agresor: “sería recomendable sólo
si pasara varias veces”, “depende de lo que te hicieron,
si en la calle te manosearon, cómo vas a ir, ni lo
conoces... Si sabes quién es y dónde vive ya se pensaría
uno”. Para varias mujeres no tiene caso denunciarla:
“¿para qué?, aquí en la escuela pasó con lo de Marcela,
mandaron un citatorio a los papás de él, pero no pasó
nada, de nada sirvió”.
Ellas y ellos coincidieron que la VS pocas veces es
denunciada, por circunstancias que tienen que ver con
la víctima o con el sistema de justicia. En cuanto a las
razones relacionadas con la víctima, ellos expresaron
más cuestiones de agrado y ellas de temor y vergüenza:
“porque le gustó”, “les gusta la mala vida”, “les
salud pública de méxico / vol.45, suplemento 1 de 2003 S51
Masculinidad, sexualidad, poder y violencia ARTÍCULO ORIGINAL
gusta no les importa”,“a veces no se denuncia por miedo
de que lo vuelvan a hacer”, “no se platica de esto
por pena, da miedo o vergüenza”, “la esposa no lo denuncia,
porque lo quiere y no puede hacer nada en
contra de él”.
Respecto a las razones relativas al sistema de
justicia, ellos y ellas coincidieron en la poca efectividad,
recalcando, sobre todo ellas, la situación de impunidad
que gozan los victimarios: “la denuncia aquí
en México, no creo que sea así como que en todos los
casos tan efectiva”, “lo efectivo de la denuncia depende
del tipo y grado de la violencia, en acoso sexual no
es”, “es un gran problema probar la violencia”, “falta
información de cómo hacerlo”, “si denuncias, te echan
la culpa y te tratan bien mal”, “cuando uno denuncia
a los pinchis, les ponen una multa y ellos dicen, ¡órale!,
pa´ pronto, y ya”, “a veces aun sin dinero salen libres
por influencias”.
Consecuencias, manejo y prevención
Las consecuencias en las víctimas que las y los adolescentes
refirieron como posibles a partir de haber sufrido
VS principalmente fueron de tipo psicológico:
“miedo”, “odio”, “asco”, “desvalorización”, “si es
hombre que agarre mañas”, “si es un niño, que de
grande quiera desquitarse”, mencionando también la
posibilidad de un embarazo no deseado o de contraer
alguna enfermedad como el SIDA. El manejo propuesto
fue dirigido al área psicológica “aceptar el problema
primero y luego buscar apoyo”, “el apoyo psicológico
sería primordial”.
La prevención propuesta individualmente, tanto
por hombres como por mujeres, valida la idea de que
la violencia masculina es propiciada, en alguna medida,
por las víctimas y perpetrada principalmente por
desconocidos: “no andar solas”, “no verse provocativa”,
“no vestirse vulgar”, “no acercarse a desconocidos
o sospechosos”.
La VS que es vista como una realidad cotidiana a
la que proponen controlar y prevenir, por una parte,
con una mayor actividad: policiaca, “mayor vigilancia”;
legislativa, “hacer y aplicar nuevas leyes” y judicial
punitiva, “que pongan castigos más severos, la muerte
sería una solución”, “que se las mochen”, “violando al
violador, metiéndole un palo en el culo”, “meterlo en
la cárcel para que ahí le hagan todos lo mismo...”, “que
pongan castigos en proporción a las consecuencias
que sufre la víctima, ellos destruyen la vida”; con
atención y rehabilitación de victimarios, “cada agresor
tiene, yo creo, su motivo por el que arremete, la
violencia tiene diferentes causas, se debe partir de ahí
para ver qué se va hacer con cada uno”, “crear centros
de rehabilitación de violadores”.
Y por otra parte, con una mayor justicia social,
“que hubiera más justicia”; información, “más información
sobre sexo”, “se ocupa información, si no sabemos
nada, cómo vamos a prevenir la violencia”;
educación “la educación influye... Una persona con
bases morales difícilmente incurrirá en actos de violencia”;
capacitación profesional: “capacitar a más
gente para que den pláticas...”; no violencia en los
medios masivos de comunicación “...Si evitamos la
violencia visible ya es ganancia, para que no se imite”;
formación para el autocontrol masculino, “enseñar a
cómo aguantarse las ganas”; libertad y poder femenino,
“más libertad a las mujeres”, “que también tengamos
poder y nos hagan caso”.
Discusión
Los significados conferidos a la VS remiten a una postura
conceptual bipolar constructivista y naturalista
(cuadro I) cuyo análisis permite visualizar, además de
la oposición y la controversia conceptual, la dinámica
legitimizadora en la que como Santiago Genovés
señaló: “el poder tiene el poder de ocultar su violencia”.
32 Ubicándose estos significados conceptuales en
un nivel moral de tipo heterónomo y de intercambio,
con tendencia incipiente hacia la normativa interpersonal
de respeto y hacia los derechos humanos
(cuadro II).
Lo expresado como el origen de la VS alude a las
corrientes constructivista y naturalista, mencionándose
factores en relación directa con la ideología de la
masculinidad: naturaleza violenta, machismo, poligamia
y educación tradicional inequitativa de género
en favor de los varones. Los motivos de los hombres
para ejercer VS plantean la polifuncionalidad de la violencia
frente a la masculinidad; es expresión de la naturaleza
viril, espacio de construcción de la hombría,
manifestación de poder, estrategia de empoderamiento,
estilo de relacionamiento interpersonal y mecanismo
para conseguir satisfactores.
Por ello, sostenemos a manera de hipótesis explicativa:
la violencia sexual y su significación son producto
de las estructuras ideológicas y concretas de la
realidad social, donde la masculinidad constituye una
categoría ideológica hegemónica, en función a la cual
se establece una representación social dominante
pero no excluyente de otras visiones con las que coexiste,
en ocasiones en franca controversia, no sólo entre
los grupos, sino también, en cada grupo; incluso, la
controversia y las contradicciones coexisten en un mismo
sujeto.
La VS, si bien, fue asociada en un primer plano
con la violación, también hubo, diferencialmente por
género, la referencia a otras modalidades (cuadro III).
ARTÍCULO ORIGINAL
S52 salud pública de méxico / vol.45, suplemento 1 de 2003
Villaseñor-Farías M, Castañeda-Torres JD
Las formas mencionadas sólo por ellas o ellos remiten
a la expresión más invisibilizada de la violencia: manosear,
mirar, arrepegarse, presionar o jugar, no son
comportamientos considerados legalmente como delitos,
las estadísticas no los contemplan, las investigaciones
científicas no los abordan; sólo los y las
adolescentes dan cuenta de su existencia. Al respecto
planteamos que la VS es esencialmente una cuestión
de ejercicio de poder en un contexto de relaciones no
equitativas de género.
Llama la atención la alusión masculina de la VS
perpetrada en contra de ellos por sus padres o sus pares
(cuadro III), lo que nos lleva a establecer lo siguiente:
los hombres tradicionalmente son construidos como
seres violentos, llegando a serlo mediante la consecución
de su supuesta naturaleza y mediante la identificación,
el aprendizaje y el seguimiento de patrones
violentos, pero también, a través de la imposición de
la violencia misma. Es violencia ser obligado a ser
violento; es violencia ser obligado a ser activo sexualmente;
es violencia no tener la posibilidad de sufrir y
denunciar VS de parte de una mujer u otro hombre,
sin dejar de poner, socialmente y ante sí, en duda, la
propia hombría. Constituyendo así la VS para los
hombres un privilegio potencial a ser ejercido, a la vez
que un costo real a ser sufrido, con o sin conciencia
masculina de ello. Planteamiento que de algún modo
ha sido abordado por otros autores,32,33,54-56 quienes
sostienen que el patriarcado no sólo es la dominación
de las mujeres sino también de los hombres.
Pero vale aclarar, que si bien, la dominación patriarcal
y junto con ella la violencia, se ejerce contra
hombres y mujeres, ésta es, en frecuencia e intensidad,
mayor contra los grupos subordinados, entre los que
están, en primer lugar, las mujeres.22,23,57 Condición que
abiertamente fue expresada por las y los adolescentes,
lo cual refleja, por un lado, la vivencia, pero también
una estructura ideológica, simbólico-lingüística sobre
la cual se construye la masculinidad, que permite
imaginar con mayor facilidad a un hombre violando a
una mujer que viceversa.58
Esta misma estructura ideológica está tras las
ideas en ellos y ellas de que las víctimas de algún modo
son propiciatorias y en muchas ocasiones desean o
gustan de la violación, los victimarios son sujetos enfermos
mentales, supersexuados, adictos o inmaduros,
y que la VS es perpetrada prioritariamente por desconocidos,
lo cual constituye el marco mítico en torno
a este tema y el cual ha sido referido por diferentes
autores,58,59 quienes plantean que los mitos son figuras
simbólico-lingüísticas que se construyen desde el
ámbito popular y científico, para legitimizar y justificar
la violencia.
Visualizar a la víctima como propiciadora busca
eximir de culpa al sujeto que ejerce la violencia. Las
víctimas son inculpadas por no negarse u oponerse,
por provocar el impulso sexual masculino, por propiciar
la violencia, por quejarse o por no quejarse. La
inculpación de las víctimas y la impunidad de los victimarios
son dos importantes mecanismos que sostienen
la violencia sexual y a la vez constituyen una
forma más de violencia, la violencia es sostenida mediante
la violencia.
Otro de los elementos de empoderamiento masculino,
y legitimización de la violencia, se encontró en
Cuadro I
ESQUEMA MATRICIAL NO. 1. POSTURAS CONCEPTUALES
DE ADOLESCENTES ANTE LA VIOLENCIA SEXUAL.
ZONA METROPOLITANA DE GUADALAJARA, JALISCO,
MÉXICO, 1998-2000
Constructivista
Lo inesperado
Lo que pasa por razones personales,
familiares y sociales
Un riesgo producto de la inequidad
de género, para quienes no
ostentan el poder
Lo probable y real, sobre todo,
para las mujeres
Lo no permitido, un delito
Responsabilidad de quien la
ejerce y del contexto que la tolera
Prevención a partir de educación
moral; libertad y poder a mujeres;
información sexual, incluyendo
violencia; formación para el autocontrol
y capacitación profesional
Naturalista
La costumbre
Lo que nada más pasa, porque tenía
que pasar
Una característica natural masculina
Enfermedad mental en casos extremos
Poco probable para los hombres heterosexuales
con poder
Lo que en muchas circunstancias no
sólo se valida, sino se procura como
justificado o deseable. Sancionable
sólo si es extremo
Responsabilidad de la víctima propiciatoria
o de las circunstancias facilitadoras
Prevención a partir de castigos severos,
incluyendo tortura, violación y
la muerte a victimarios
Fuente: síntesis textual e interpretativa, a partir del análisis de entrevistas
no estructuradas grupo focales
Memos interpretativos
• Tendencia a la polarización en las posturas conceptuales, una de tipo
constructivista social, desde una perspectiva crítica de género, que
reconoce y rechaza la violencia; otra, naturalista y legitimizadora
• El poder tiene el poder de ocultar o legitimizar su violencia
• Hombres y mujeres; de manera colectiva e individual, están inmersos
en la controversia conceptual y simbólica de la violencia
salud pública de méxico / vol.45, suplemento 1 de 2003 S53
Masculinidad, sexualidad, poder y violencia ARTÍCULO ORIGINAL
la interpretación y actuación masculina frente a la negativa
sexual femenina (cuadro IV), ante lo que planteamos
que las lógicas de interpretación constituyen una
evidencia de empoderamiento inequitativo de género,
mediante el cual se cuestiona y anula la decisión femenina
a la vez que se generan argumentos legitimizadores.
Esta posición masculina ante la interpretación de
una respuesta femenina es, como Seidler9 plantea, parte
del mismo entramaje ideológico: el hombre, tal cual es
configurado socialmente, debe tener siempre la respuesta
correcta; si dudara sobre su asertividad como
interpretador estaría dudando de su omnipotencia y de
su masculinidad, o plantearía una fisura crítica de tipo
relacional que lo llevaría a considerar como necesaria
la confrontación de las propias ideas con las de la otra
persona, y a cuestionar la ideología de la masculinidad.
Las estrategias encontradas en este estudio como
utilizables para lograr perpetrar la VS fueron múltiples
y han sido abordadas por diferentes autores, entre
otros, por Bonino,60 quien las retoma como manifestaciones
de lo que él llamó “micromachismos”, plan-
Cuadro II
ESQUEMA MATRICIAL NO. 2. CONCEPTUALIZACIÓN MORAL* DE ADOLESCENTES DE LA ZONA METROPOLITANA
DE GUADALAJARA, JALISCO, MÉXICO, ANTE LA VIOLENCIA SEXUAL, 1998-2000
Postura Tipo Concepto Ellos Ellas Ambos
Preconvencional Heterónoma Justicia en función Ser hombre es Puede el fuerte:
(premoral) del poder tener impunidad “Dinero compra
justicia”
Ley y bien, igual a “ser hombre” Que ella no se lo busque
obediencia del débil “no provocar”
“para eso la mantienes
o le pagas”
Acción correcta la que “lo que importa Se vale si es homosexual
satisface las propias es mi necesidad” o trabajadora sexual
necesidades e ideas Se vale como venganza
o castigo
De intercambio Conflicto entre mi Si yo quiero y ella no “si él me quiere
interés y el de los quiere un conflicto y digo no,
otros/as “si ella me quiere acepta, me respeta”
aun sin querer”
Igualdad Penas equivalentes “hacerles lo mismo”
entre castigo y
delito (daño)
Ser tratadas con
igualdad
Convencional (confor- De la normativa Relaciones de Educación para respetar
midad con las leyes) interpersonal respeto mutuo
Aplicación imparcial “ahora no hay “no pasa nada” “que las leyes
de códigos y eficiencia” “con dinero o con se cumplan”
procedimientos “no se castiga a todos” influencias salen”
“no se trata a
todos igual”
Posconvencional Valores universales “no se vale contra
(de autonomía) nadie, todos tienen
derechos y merecen
respeto”
* Esquema teórico sobre desarrollo moral de Kohlberg 61
Fuentes: discursos a partir de síntesis textual de entrevistas no estructuradas grupo focales
Memo interpretativo
• Concepto de violencia sexual principalmente en una postura premoral heterónoma y de intercambio, con tendencia incipiente hacia la normativa
interpersonal de respeto y hacia los derechos universales. Esto, si bien refleja una pobre evolución social ético-filosófica, también permite visualizar como
factible el cambio
ARTÍCULO ORIGINAL
S54 salud pública de méxico / vol.45, suplemento 1 de 2003
Villaseñor-Farías M, Castañeda-Torres JD
teando que éstas constituyen en el ámbito micro del
relacionamiento de pareja la concreción de las ideas
imperantes en nivel macro.
Las estrategias mencionadas dejan ver que las
condiciones reales o simbólicas de debilidad, inferioridad,
dependencia, obediencia, ignorancia e inconciencia,
que son contempladas socialmente como parte
de la naturaleza femenina y que en gran medida son
introyectadas por las mujeres, convierten a éstas en un
blanco fácil de la VS, y con una percepción de total
indefención.
Denunciar la VS es romper el silencio, contradecir
su inexistencia, cuestionar su naturalidad y legitimidad,
querer cambiar el rol de indefensión; es apelar, en
principio, al derecho humano de la no violencia, pretende
justicia social y el logro de nuevos modelos de
relación interpersonal. La denuncia de la VS es, por
tanto, una realidad poco vivida y un espacio de fuerte
represión. Los y las adolescentes, en esta investigación,
la refirieron como de baja ocurrencia, por circunstancias
que tenían que ver con la víctima o con el sistema
de justicia (cuadro V).
Ello nos lleva a plantear hipotéticamente que la
violencia sexual como fenómeno social no sólo se manifiesta
en el ámbito individual, sino también institucional,
teniendo como evidencia de ello la violencia
Cuadro III
ESQUEMA MATRICIAL NO. 3. FORMAS DE VIOLENCIA
SEXUAL SEGÚN ADOLESCENTES DE LA ZONA
METROPOLITANA DE GUADALAJARA, JALISCO, MÉXICO,
1998-2000
Informantes Formas de violencia
Ellos y ellas Violar
Tocar (“agasajar”, “agarrar”, abrazar”, “besar”)
Insistir, acosar
Agredir físicamente
Agredir verbalmente
Privar de la libertad
Ellas Tocar (“manosear”, “arrepegarse”)
Desprestigiar (“hablar mal de ti”)
Irrupción de la intimidad (“que te vean desnuda”)
Ellos Forzar el padre al hijo a tener noviazgo o coito
Juegos violentos con genitales, entre pares
Fuente: síntesis textual de entrevistas no estructuradas grupo focales
Memos interpretativos
• Las formas de violencia referidas sólo por ellas o ellos hacen alusión a
una violencia insidiosa, subterránea, de aparente baja intensidad, sutil
pero persistente, de orden más psicosocial que físico; perpetrada, contra
ellas, por hombres, y contra ellos, por otros hombres
• La significación de la violencia sexual en las y los adolescentes incluye
no sólo la violencia abiertamente aceptada como tal
• Las diferencias expresadas por ellas, ellos y ambos, en torno a las formas
de violencia, constituyen un argumento para considerar que la violencia
sexual es esencialmente una cuestión de poder en un contexto
de relaciones no equitativas de género
Cuadro IV
ESQUEMA MATRICIAL NO. 4. INTERPRETACIÓN
Y ACTUACIÓN MASCULINA ANTE NEGATIVA FEMENINA
SEGÚN ADOLESCENTES DE LA ZONA METROPOLITANA
DE GUADALAJARA, JALISCO, MÉXICO, 1998-2000
Interpretación Acciones
No, como un no Aceptar
Convencer
Forzar
No, como un sí velado Revaloración de la negativa
Convencer
Forzar
No, como un sí Complacer según ellos
Forzar según ellas
No, que puede convertirse Forzar
en sí, después del evento:
“después hasta le gustó”
No, como algo sin Forzar
importancia
Acción Recursos empleados
Revalorar Verificar congruencia, voz, actitud
Valorar qué dijo y cómo lo dijo
Convencer Persuadir, seducir y conquistar
Promesas/engaño
Apelar al amor
Aprovechar impulso sexual infantil
Amabilidad y halagos
Aprovechar belleza y atractivo propio
Forzar Amenazas y chantaje
Fuerza o agresión física
Inmovilizar
Narcotizar
Aprovechar confianza o afecto
Aprovechar debilidad infantil
Aprovechar situación de discapacidad
Pago: (“si pagas, es a fuerzas lo que
quieras”)
Manutención: (“manteniéndola la
obligas”)
Autoridad: esposo, patrón, maestro,
padre
Excitar sexualmente
Fuente: síntesis textual de entrevistas no estructuradas grupo focales
Memo interpretativo
• Al hombre, en nivel fáctico y simbólico, se le asume con un papel activo;
a ella toca sólo negarse o consentir, lo que también a él corresponderá
interpretar, aceptar, modificar o invalidar
salud pública de méxico / vol.45, suplemento 1 de 2003 S55
Masculinidad, sexualidad, poder y violencia ARTÍCULO ORIGINAL
sistemática en la cual lo legal y judicial por lo general
no pasa nada, pues es difícil probar su ocurrencia y la
víctima se vuelve culpable; la persona demandante es
maltratada y por medio de la corrupción, con dinero o
influencias, el victimario consigue impunidad. Valiendo
aquí la afirmación de Urrua61 en cuanto a que no
sólo está fallando el sistema legislativo y judicial sino
el social.
La referencia encontrada en los hombres sobre la
posibilidad de que la experiencia sexual violenta pueda
llegar a ser vivida como algo agradable, permite
dar cuenta hipotéticamente de las ideas simbólicas que
subyacen tras esta afirmación; una, que el poder sexual
masculino tiene la suficiente capacidad para transformar
un evento no deseado, y efectuado mediante
violencia, en algo agradable; y otra, que así como se
piensa que la violencia le es natural al hombre, también
se piensa que el gusto por la violencia le es inherente
a la mujer.
Cuadro V
ESQUEMA MATRICIAL NO. 5. RAZONES PARA
NO DENUNCIAR LA VIOLENCIA SEXUAL SEGÚN
ADOLESCENTES DE LA ZONA METROPOLITANA
DE GUADALAJARA, JALISCO, MÉXICO, 1998-2000
Relativas a la víctima Relativas al sistema
Ellas
Vergüenza “No pasa nada”
Falta de información sobre
el procedimiento Un problema probar la violencia
Miedo al procedimiento Culpabilidad y rechazo a la víctima
Incertidumbre económica
o familiar
Ellos
“Le gustó” Poca efectividad
Ambos
Miedo a mayor violencia en
su contra Impunidad de victimarios
Miedo a violencia sobre
otros/as en represalia.
“Gustan del maltrato”
Fuente: síntesis textual de entrevistas no estructuradas grupo focales.
Memos interpretativos
• Ellas se perciben como inculpadas y sin respaldo social, a la vez que
también, son, en muchos casos, inculpadoras de otras mujeres (ver apartado
de resultados en lo referente a motivos)
• Ellos plantean más razones para la no denuncia relativas al sistema en
las cuales aparentemente los hombres como individuos, en lo particular,
están eximidos de responsabilidad y la razón que sólo ellos argumentan
relativa a la víctima es la posibilidad de que el acto sexual violento le
haya gustado con lo que cualquier vestigio de responsabilidad o culpa
se disuelve e incluso se puede convertir en motivo de vanagloria
Las ideas en torno a las consecuencias, y el manejo
y la prevención de la violencia sexual, están conceptualmente
muy ligadas a las posturas ya descritas,
construccionista y naturalista (cuadro I) y de una moral
heterónoma y de intercambio (cuadro II) aun cuando
en este tema es precisamente en donde se percibe
una tendencia que, aunque incipiente, no por ello es
poco significativa hacia la justicia social y los derechos
universales, y sobre todo, hacia una alternativa educativa.
Llama sobre medida nuestra atención, en forma
agradable, la mención por parte de ellos de la necesidad
de una formación para el autocontrol masculino,
así como la referencia de varias mujeres y algunos
hombres sobre la necesidad de dar más libertad a las
mujeres, y la demanda femenina de poder y reconocimiento
social, en condiciones de equidad.
Conclusiones
En los y las adolescentes escolares de la ZMG, partícipes
en el estudio, la significación de la VS se encontró
dentro de una controversia explicativa y moral simbólica,
en la que los valores ideológicos de la masculinidad
sustentan, en ellos y ellas, conceptos, mitos y
argumentos que tienden a legitimarla en el nivel del
imaginario individual y colectivo, y en el plano
concreto de la acción, a favor de los hombres
heterosexuales que poseen diferentes recursos de
empoderamiento, como la fuerza, el dominio
interpersonal, el dinero y la influencia pública. A las
mujeres se las visualiza como víctimas reales y
potenciales por su condición femenina de debilidad, y
a ellos, como violentos por naturaleza o, en respuesta
a provocación, posibles víctimas sólo en la niñez, o por
ser poco hombres u homosexuales. Legal y judicialmente
la VS se ve como algo impune. Proponen, desde la
postura explicativa constructivista y moral crítica,
educación moral y sexual, autocontrol masculino,
libertad y poder femenino y condiciones sociales de
equidad.
Es importante reconsiderar su planteamiento sobre
la inequidad, ya que ésta es la base de la injusticia
y de la violencia; para prevenirla es imprescindible,
como ellos y ellas proponen, la educación, que deberá
contemplar los valores éticos para la no violencia. 61
Tenemos que trabajar a favor de las condiciones y las
habilidades necesarias para la paz en todos los ámbitos,
62 “si queremos acabar con la violencia tenemos que
querer vivir de otro modo, en el respeto muto y no en
la negación del otro, en la colaboración y el deseo compartido
y no en la exigencia y la obediencia”. 7
A partir del análisis de los resultados, y teniendo
como referente el marco teórico existente respecto al
ARTÍCULO ORIGINAL
S56 salud pública de méxico / vol.45, suplemento 1 de 2003
Villaseñor-Farías M, Castañeda-Torres JD
tema, creemos conveniente, a manera de discusiones
complementarias, plantear algunas ideas operativas,
mirando hacia el futuro, a manera de hipótesis implicativas.
Las posturas ideológicas asumidas por las y los
adolescentes para conceptualizar y explicar la VS deberán
ser consideradas en los modelos de explicación
o de intervención, y los y las adolescentes deben ser
partícipes con sus ideas y acciones en la construcción
de nuevos modelos de relación y proyectos de vida y
sociedad.
Difícilmente se modificarán los significados que
fundamentan la violencia sexual, partiendo de una
explicación naturalista y legitimizadora, si no se aborda
el problema desde una postura crítica de género,
que retome los planteamientos feministas y de masculinidad,
para construir nuevos patrones de relacionamiento
social no violentos, reconociendo y aceptando
la diversidad y la pluralidad, y distinguiendo como
diferentes, aun cuando vinculados, los planos ideológicos,
hegemónicos y alternos y los de la realidad,
caracterizados, estos últimos, por su complejidad, heterogeneidad
y dinamismo, en los que, de manera personal,
no todos los hombres son violentos y no todas
las mujeres son víctimas, pero donde sí, de manera
social, todos y todas somos copartícipes y corresponsables.
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